Este proyecto conjugó la experiencia arquitectónica penitenciaria de Escala del Norte con sus valores productivos conceptuales. A través de la instalación de empresas privadas dentro del penal, se desarrolló un sistema de trabajo remunerado para el interno que, a su vez, aportaría recursos para la operación y conservación del Cereso. Además, se fortaleció la posibilidad real de reintegración plena del interno a la sociedad.
El Cereso productivo, con capacidad para 2,500 internos, fue un proyecto construido casi en su totalidad con sistemas prefabricados estructurales, por primera vez a nivel nacional. Un precedente de innovación que ponderó el funcionamiento de la economía en su ejecución: costos de conservación, mantenimiento y equipamiento de tecnología de punta en sistemas de control y seguridad.